Hay un hilo de oro atado entre piedra y nube.
Miro la piedra.
Miro el hilo.
Miro la nube.
Rozo el hilo con las yemas de mis dedos
y el hilo vibra en sol mayor,
y el sol ilumina el hilo
deslumbrándome tanto...
que mis párpados arden como panecillos recién hechos.
Y me llevo las yemas de los dedos a los ojos,
y me cuesta tanto, tanto, soportarlo,
que agarro la piedra
y la lanzo contra la nube,
y la nube vibra en mi,
y la nube me llueve como un aspersor de gotas finas y doradas
que calman mis párpados enrojecidos.
La piedra cae a mis pies
de forma tan precisa
que yace en el mismo sitio
en el que la encontrara.
Con una pequeña rama escribo en el suelo con letras exageradamente grandes:
NO TOCAR.
NADA NOS PERTENECE, AUNQUE TODO ESTÉ AHÍ PARA NOSOTROS.
ya me parecía a mí que sos muy bueno escribiendo...
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Noelia, por tus palabras y por la posibilidad que me brindas de que yo te lea a ti.
ResponderEliminarOtro abrazo!.
qué bonito, qué bonito
ResponderEliminarGracias Helena!. Un habrazo con h!.
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