miércoles, 9 de noviembre de 2011

LANZARME DE MÍ MISMO

Hoy he sido las dos putas torres gemelas derrumbándose
y he querido lanzarme de mí mismo en llamas,
y la explosión de los budas de Afganistán
y cada uno de los cabellos cortados en Auschwitz.

¿Y todo porqué?. 
Porque me he reconocido como lo que soy,
una mota de polvo flotando en el universo,
vasto y negro como todas las fosas comunes de este mundo
y como todas las bocas abiertas esperando una hostia consagrada.

He deseado, 
por un momento he deseado,
pulverizarme como un cometa por un momento,
que atraviesa las capas de la atmósfera he deseado,
y ser,
por fin, 
sin estar, 
y cristal roto y piel translúcida y venas plateadas, 
y un horizonte de sol recién escondido tatuado en el antebrazo.
Pero has llegado tú, 
como un brazo mecánico que me escoge
entre un montón de muñecos deprimidos de trapo
en una máquina de feria,
y me has sentido de nuevo cada uno de los treinta y siete grados
y todas las pulsaciones por minuto, 
y los poros se han ido fundiendo como finales de películas,
y he dejado de ver los entresijos de este mundo
incompleto y extraño,
y me has hecho sonreír, 
sí, 
me has hecho sonreír.

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