Dejar que el polvo caiga lentamente
y cuaje sobre el escritorio de madera.
Mirar a los ojos de mis padres
hasta contemplar sus rostros verdaderos.
Oler profundamente las teclas del viejo piano
para encontrar un sol.
Acariciarme el torso
hasta entenderme en braille.
Olvidar todas las muecas.
Abrir las manos y dejarlas volar.
acariciarme el torso
ResponderEliminarhasta entenderme en braille.
qué güeno, illo!
cuántos instantes durará eso, no?
ResponderEliminarpreciosísimo Rubén. Creo que en este abriste puertas.... Entra.
ResponderEliminarGracias chica de las biscotelas!!. Un abrazo grande.
ResponderEliminarCuando pasa es maravilloso Noelia. Abrazo!!!
ResponderEliminarTienes razón Felipe, en este he rozado algo con los dedos, o quizá con la nariz, jeje.
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