jueves, 8 de marzo de 2012

EL FUEGO

En pie. Encima de la barca de madera, tan pequeña que desde la lejanía pudiera parecer que estoy metido en una cáscara de pistacho. Inmóvil y en silencio como un bosque talado por enjambres de hachas. El agua nos mece levemente, a la barca y a mi. Sucede nada, y sin embargo espero una señal, la sístole y diástole de un faro. Quizá dentro de mi.

Recuerdo que antes buceaba. Lamentablemente el recuerdo es el humo del fuego, nunca el fuego.